
En México esta especie se distribuye desde las selvas tropicales del sureste de México, hasta el Río Bravo en el Golfo y en la Sierra Madre Occidental de la costa del Pacífico, hasta los límites con Belice y Guatemala. Por lo regular, la altitud de estas zonas es de 1000 metros sobre nivel del mar.

Las hembras adultas tienen hábitos hogareños; en cambio, los machos son más vagabundos y se alejan de su residencia cuando tienen disputas territoriales. A pesar de las evidencias de largos viajes que hacen algunos jaguares, estos animales son sedentarios cuando se encuentran en su hábitat preferido.
Es casi exclusivamente nocturno y tiene gran habilidad para ver en la oscuridad; durante el día descansa en algún lugar oculto entre las rocas o entre la maleza espesa. El jaguar caza acechando a su presa, ocultándose cerca de su vereda o donde bebe agua.
Son solitarios y, en general, se encuentran en las selvas que bordean los grandes ríos o manglares.
Se alimenta, sobre todo, de pecaríes, venados, monos, tapires, mapaches, tejones, armadillos, conejos y otros pequeños mamíferos; además de aves, peces, perros, cocodrilos, caimanes, lagartijas, víboras, tortugas y sus huevos e, incluso, carroña. Donde encuentra comida abundante, es frecuente que regrese a comer varias noches consecutivas.
También gusta de cazar animales domésticos, como: cerdos, caballos, burros, chivos o borregos; de forma eventual, se han registrado ataques sobre algunas personas.

El periodo de gestación es de 100 días, por lo general tienen dos crías, aunque pueden llegar a tener hasta cuatro. Poco antes del nacimiento, el macho abandona a la hembra y ella cuida sola a los cachorros: los guarda en cuevas u otros refugios, los trae consigo y les enseña a cazar durante su primer año de vida, hasta que pueden hacerlo por sí mismos. Después, tendrán que abandonar el territorio de sus padres.