viernes, 20 de febrero de 2009

Selva Lacandona

Contexto geográfico
La superficie considerada como "Región Lacandona" comprende 957 240 hectáreas, que representa casi el 13 % del territorio estatal. Esta región, ubicada en la porción noreste del estado de Chiapas limita al sur y al este con Guatemala, al oeste con el valle del río Jataté y al norte con el paralelo 17.



Flora
La cubierta vegetal en la Selva Lacandona es altamente diversa a nivel de especies, comunidades y ecosistemas. En especial la Comunidad Lacandona muestra una de las extensiones más grandes en el país de selvas altas perennifolias, uno de los ecosistemas más complejos y diversos que se conocen, pero a la vez, uno de los más vulnerables y frágiles frente a la manipulación humana.
Por otro lado, este importante macizo selvático ofrece otros importantes "servicios ambientales" como la regulación hidrológica a nivel regional, el control de la erosión y el mantenimiento de la humedad de los suelos; algunos estudios recientes indican que esta cubierta vegetal es responsable en parte del ciclo de lluvias que precipita sobre la depresión central del estado. Una cuenca cerrada cuya única apertura por donde penetran las nubes que producen las lluvias, pasa sobre la Selva Lacandona. En la depresión central se ubica el sistema del Alto Grijalva, que genera más del 30% de la energía eléctrica del país.


Fauna
La fauna silvestre muestra también una alta diversidad. En la Selva Lacandona se encuentran muchas especies endémicas a las selvas húmedas mesoamericanas y varias especies animales amenazadas o en peligro de extinción como el jaguar (Panthera onca), el águila arpía (Harpia harpyja) y la guacamaya roja ( Ara macao )y otros animales.



FUTURO DE LA SELVA LACANDONA
Petróleo, Minas, Infraestructura y Plantaciones
Agresiva depredación de Biodiversidad y despojo de Territorios Indígenas en Chiapas
El pasado día 21, durante una gira realizada al estado de Chiapas, la Secretaria de Energía, Georgina Kessel, hizo dos anuncios oficiales que implican otras graves amenazas contra la rica biodiversidad del estado de Chiapas y contra los derechos y los territorios de los pueblos indígenas de la entidad.
Dichos anuncios se refirieron, por un lado, a la inminente explotación de yacimientos de petróleo en la Selva Lacandona, y por otro, a la instalación en Chiapas de una planta de “bio”-combustibles con tecnología colombiana (con sus extensivas y depredadoras plantaciones monoespecíficas de palma africana, incluidas) todo lo cual –según Kessel y el gobernador Juan Sabines- significará “más progreso y desarrollo en beneficio de las familias chiapanecas”.
A este panorama hay que sumarle, además, la acelerada expansión de concesiones mineras ubicadas en las regiones Sierra, Fronteriza y Centro de Chiapas, a favor de empresas multinacionales, sobre todo de origen canadiense; así como la reciente definición oficial del gobierno calderonista, anunciada el pasado 20 de noviembre en voz de los Secretarios de Hacienda y de Comunicaciones -impulsada y aplaudida por el cártel de empresas constructoras que encabeza Carlos Slim- de considerar a la inversión pública en infraestructura (autopistas, como la proyectada entre San Cristóbal y Palenque; represas como la Parota ó Boca el Cerro; extracción petrolera y aeropuertos) como “la base más importante de la estrategia oficial para enfrentar la crisis económica internacional”.
Con ello, los gobiernos federal y estatal, se exhiben embarcados en una esquizofrénica demagogia que, al mismo tiempo que anuncian políticas, programas y fondos “verdes” para combatir el cambio climático, se definen claramente a favor del retorno a un capitalismo salvaje, de carácter extractivo y de corto plazo, el cual se encuentra en abierta contradicción con los intereses del gran capital de los sectores biotecnológico; farmacéutico; embotellador de agua y aquél interesado en convertir bosques y cubierta forestal en “sumideros” para el mercado multinacional de carbono; todos los cuales, encubiertos por un disfraz de verde filantropía y apoyados por organismos para-gubernamentales, nacionales e internacionales, de carácter “conservacionista”, habían venido impulsando y aplaudiendo la política oficial de despeje y despojo de territorios indígenas biodiversos y su conversión en Áreas Naturales Protegidas, “en beneficio de la humanidad”.
Hoy, ante estos recientes anuncios oficiales a favor del capital extractivo y depredador de corto plazo, organismos y corporaciones multinacionales “conservacionistas” tendrán que decirse a si mismas: “nadie sabe para quien trabaja...”

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